domingo, 2 de noviembre de 2008

YOUTH WITHOUT YOUTH - Francis Ford Coppola



De piedra y feldespato me quedé anoche tras ver la última (e inédita en España) obra de Coppola. Aún tengo dudas si debo decir algo de ella o sólo recomendarla a los zombies más curiosos, porque es posible que ésta sea una de esas películas que deban disfrutarse (o no) sin saber nada de ella, sin información previa y sin juicios preconcebidos. Eso me ocurrió ayer: enchufé el dvd en mi reproductor sólo para comprobar su calidad de imagen y sonido y dos horas después me desplomé en el catre bastante patidifuso. Avisados quedan.



Diez años llevaba Francis Ford Coppola sin gritar acción, desde aquella adaptación de un best-seller de John Grisham, ese correcto drama judicial, o peli de abogados que quieren ser buenos, o "sigo con deudas, acepto encargos", titulado LEGÍTIMA DEFENSA. Diez años, que se dice pronto. Una eternidad para un tipo que ya está en los libros de historia del cine por su saga EL PADRINO, pero que yo le tengo en un altar por APOCALYPSE NOW, el 2001 de las pelis bélicas, uno de los films más grandes (en todos los sentidos) jamás rodados. Hartito ya de hipotecar su talento y sus fuerzas en aras de grandes productoras y estúpidos magnates de dólar, durante ese hiato creativo el orondo barbudo tomó una decisión que, probablemente, marcará el resto de su carrera: dejar de perder el tiempo buscando financiación externa, salir de los USA para desintoxicarse (y relajarse, supongo) y acometer él mismo la producción de sus films a través de la resucitada American Zoetrope trasladándose a Europa, buscando un film-tipo más intimista, personal y, sobre todo, barato. Esto, que puede parecer una simple maniobra económica, supone una especie de reinvención conceptual de su propia persona y de su propia visión de las historias a contar, de nuevo una reinvención de su libertad creativa minimizando las ataduras contractuales en aras de unas evidentes ansias de control total sobre su obra.



Puesto en contexto el bueno de Coppola, vamos con la peli. Agarra por las solapas una (desconocida por mí) novela del filósofo rumano Mircea Eliade, la adapta, reúne un pequeño equipo técnico mayormente europeo, se traslada a Rumanía para rodar y le regala el protagonismo absoluto a un sorprendente, contenido, exquisito Tim Roth. ¿Por dónde empezar? Por decir que es imposible determinar el género de lo que sobreviene en las dos horas de duración de YOUTH WITHOUT YOUTH: ¿melodrama de época? ¿thriller de espionaje con elementos fantásticos? ¿película de aventuras metafísicas? ¿drama pseudo-histórico? ¿historia de amor "más allá del tiempo"? Ni idea, y eso es lo más fascinante y a la vez chocante, desconcertante de la película.


- Spoiler (cuidado, quizás no quieras leer todo esto) -

La cosa arranca en 1938, con el extraño accidente que sufre el anciano profesor y lingüista Dominic Matei, un tipo que ha sacrificado toda su vida elaborando una obra monumental inacabada que pretende discernir la misma esencia del lenguaje, y por ende, de la conciencia humana, tratando de llegar objetivamente al mismo momento en el que el hombre articuló su primera palabra con significado. A sus más de 70 años, en un momento confuso y dramático de su existencia, sinténdose un fracasado y en la más absoluta soledad, le parte un rayo en plena calle (¡!) pero, en lugar de morir calcinado al instante, es ingresado en una clínica bajo la atenta y comprensiva mirada del doctor que interpreta con su habitual aplomo el alemán Bruno Ganz (el asombroso Adolf Hitler de EL HUNDIMIENTO). Allí el anciano profesor se recupera milagrosamente, con el misterioso agravante de que... ha rejuvenecido hasta aparentar unos 40 años (¡¡!!) y su capacidad intelectual está aumentando exponencialmente (¡¡¡!!!). Alucinando en colores, el doctor entabla una bella amistad con el apocado Dominic, basada más en la admiración que en el interés científico, y trata de protegerlo del monstruo que comienza a llamar a las puertas de Europa: el nazismo. Las SS descubren este extraño caso clínico y empiezan a hostigar al doctor, reclamando para sí "el especimen" por el que Hitler tiene tanto interés, y con el que los nazis ven extrañas conexiones con su teoría acerca de la supremacía de la "raza aria" y de un posible salto evolutivo de la raza humana. Cuando la guerra es inminente y la presencia nazi en Rumanía se hace cada vez más asfixiante, Dominic consigue huir del país y comienza su peregrinaje por toda Europa, de ciudad en ciudad, cambiando de identidad, ocultándose de la opinión pública... y sin envejecer, anclado en los 40 años y profundizando en los nuevos "poderes" con los que ha sido agraciado. Además, tiene que lidiar con un desdoble esquizofrénico de su personalidad, un "alter ego" que no deja de guiarle y centrarle en sus estudios y en su obra inacabada, una titánica tarea para la que Dominic sigue trabajando sin descanso, absorbiendo información (literalmente) mientras trata de sobrevivir en el confuso escenario de la Europa guerra fría, tentado por facciones de uno y otro lado del "telón de acero".



Hasta aquí más o menos la mitad del film, que da un giro de 180 grados en el momento en el que Dominic, ya en la década de los 50, cree reconocer en una turista inglesa a su gran amor perdido, Laura, una presencia/ausencia constante en su vida, causante de su dolor más profundo. Lamentablemente la chica sufre un "extraño accidente" (¡de nuevo un rayo!) y es localizada en el interior de una cueva, completamente confusa, hablando en sánscrito (¡!) y asumiendo la personalidad de Rupini, una mística indú muerta hace siglos... Junto a ella Dominic vivirá una alucinante experiencia mediante las regresiones súbitas de la chica, que viaja cada vez más y más atrás en el tiempo, verbalizando su horror personal en sánscrito, arameo, egipcio y otros idiomas aún más antiguos, hasta el mismo momento del nacimiento del proto-lenguaje, la meta que Dominic había perseguido toda su vida de forma teórica, ahora al alcance de su mano a través del alma de su amada, pero a cambio del brutal deterioro físico de su cuerpo y, quizás, de su inminente muerte... y aquí lo dejo.

- Fin del Spoiler -


Muy fuerte, ¿no? Muchas, muchas piezas se ponen a disposición del espectador en esta marcianada suprema que nos brinda Coppola, con la dificultad de que a veces su frenético ritmo haga que se superpongan, una sobredosis de estímulos mentales rubricados con una aplastante belleza formal que en más de una ocasión puedan sobrepasar la capacidad de asimilación inmediata del respetable. Compleja y arriesgada pero hipnótica, la sensación de incertidumbre por lo que puede ocurrir a continuación hace que sea imposible despegarse de la pantalla en esta historia de argumento enroscado y estructura espiral, el horror absoluto para todos aquellos que busquen linealidad expositiva, pero un placer sensorial y cerebral para aquel que quiera dejarse zarandear por los envites del italo-americano. Detalles de humor casi subterráneo (como esa esvástica zurzida en la liga de la agente nazi) y un curioso tratamiento de algunos recursos del cine de género (Dominic, en el fondo, es un maldito superhéroe/antihéroe, y los experimentos nazis con la electricidad parecen sacados de HELLBOY) hacen que la película gane en riqueza a la vez que en barroquismo. Hoy, por hablar de algún referente que pueda ayudar, pienso en una versión europea, adulta, dramática (e inteligente) de FORREST GUMP, pienso en el mejor cine de nuestro Julio Medem, pienso en el misterio de David Lynch y en la fuerza cinética y emocional de THE FOUNTAIN, del geniecillo Darren Aronofsky, una película con la que, por cierto, YOUTH WITHOUT YOUTH tiene más de un punto en común.



Lamentablemente es por esta ingente acumulación de estímulos y tramas (pasan demasiadas cosas, demasiadas) por lo que la película no acaba de cuajar del todo, y tras ese plano final, uno acaba quedándose algo frío, superado por los acontecimientos. Esa GRAN historia de amor no acaba de tener toda la intensidad emocional que debiera, y la marabunta de hechos e información con los que hay que lidiar restan solidez, concrección al conjunto. Quizás tratar de reflexionar en un mismo film sobre el sentido del amor, la esencia del lenguaje, el miedo a envejecer, los peligros de totalitarismo, la relatividad del tiempo o la transmigración del alma sea demasiado amigos. Personalmente, y aunque la peli dista mucho de ser redonda, me quito el sombrero y la tapa del cráneo ante el viejo zorro Coppola, que ha rodado lo que le ha dado la real gana, arriesgándose, a estas alturas de su carrera, a ser ninguneado o vilipendiado (o incluso ni siquiera estrenado, como está ocurriendo en todo el mundo). Ustedes, por arte de la magia global, ya la tienen disponible por ahí, y si no pueden bichear por aquí, ya que, por el momento, no hay fecha de estreno prevista en España (ni en medio mundo).

Aquí os dejo el trailer.



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