Rafael Azcona murió el domingo de un cáncer de pulmón, a los 81 años. Ya se ha dicho en todas partes, pero por esta vez es verdad: ha desaparecido uno de los mejores guionistas del cine español. Ahora todo el mundo se adueña y encumbra su deslumbrante inteligencia y mala leche, cuando lo más probable es que la mitad de esos que ahora le lanzan halagos sin fin se habrán atragantado más de una vez con su proverbial cinismo y su visión negra (pero muy vitalista) de la existencia. Obviamente la cultura no tiene signo ideológico per se, pero se repite ese raro efecto llamada que ya vimos cuando murió Fernando Fernán-Gómez, y que ahora viene a ser algo así como si Fraga dijese en público que LA ESCOPETA NACIONAL le parece una obra maestra. Ja! Allá ellos y su rastrillo de hipocresias. Azcona fue nuestro Billy Wilder particular, a la altura misma de ese otro genio de las palabras, y como los más grandes, nos dejó sin armar escándalo, mismamente un... Domingo de Resurrección!! Genio y figura hasta en el crematorio.
Sabio, ácrata, algo libertario y ligeramente ermitaño, sobra recomendar cualquier cosa de su filmografía y en especial su colaboración con Berlanga, pero Mondo Zombie se queda con esa maravilla que es PLÁCIDO (1961) una de las comedias negras más divertidas, tiernas, frenéticas, crueles y humanas de la historia del cine patrio y universal. Un prodigio parido en plena oscuridad franquista, el buque insignia de aquellos respondones que supieron torear a la censura y torpedear la dictadura desde dentro sin que los imbéciles censores atisbaran ni un poquito la tremenda carga de profundidad casi suicida que esta película (y otras cuantas del mismo equipo) dispara en todas direcciones.
Ale, a la espera de disfrutar de su último trabajo, la adaptación de la tremebunda, brutal, LOS GIRASOLES CIEGOS de Alberto Mendez dirigida por Jose Luis Cuerda, descanse en paz el maestro Azcona y... bienvenido a Mondo Zombie!
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